La estrella en el bonete del robot brilla intensamente, iluminando el bosque y atrayendo a criaturas curiosas que se acercan a ver el espectáculo. Algo ha cambiado, y ni Ada ni Gio pueden creer lo que ven. Con una avalancha de preguntas, descubren que el abuelo de Gio guardaba un secreto, un sueño pendiente que ahora les toca a ellos cumplir. Inspirados por la posibilidad de conectar con el universo, reviven el antiguo Club Los Exploranautas y se preparan para explorar lo desconocido.

Ada y Gio avanzan en la profunda oscuridad del bosque, donde la tenue luz de la luna apenas se cuela entre las copas de los árboles. La tensión crece cuando rompen su pacto y deciden tomar caminos separados. Gio se topa con hongos gigantes y mariposas, mientras Ada, cada vez más inquieta y preocupada, descubre señales extrañas que parecen anticipar problemas. ¿Lograrán reencontrarse? ¿Descubrirán por fin la misteriosa pieza que buscan?

Guiados por el antiguo cuaderno, Ada y Gio se aventuran en una huerta en penumbras, ahora convertida en un intrincado laberinto. Entre susurros y sombras, encuentran un espantapájaros que parece vigilarlos. Un sendero de piedras los conduce hacia una misteriosa casa abandonada, pero la pieza que buscan está más allá, en el bosque. Tras cruzar un arroyo, Ada y Gio sienten que algo los observa entre los árboles… ¿Qué secretos esconde el bosque? ¿Están realmente preparados para descubrirlos?

Mientras observan las estrellas, Ada y Gio descubren un código secreto en el cuaderno del abuelo gracias a la luz de la luna. Al descifrarlo, se revela un mapa que apunta al “Bosque de las Luciérnagas”. Emocionados y algo temerosos, preparan su equipo y al robot para su primera expedición. ¿Qué secretos les deparará el bosque?

Los días en el laboratorio pasan volando mientras Ada y Gio se sumergen en la reparación del robot. Con gran emoción, logran encenderlo, y el robot empieza a moverse con torpeza. La impaciencia de Gio desata una inesperada rutina de «baile disco» que causa risas hasta que, por accidente, el robot hace rodar el misterioso huevo verde. Exhaustos, al final del día, deciden subir al techo de la casita para observar las estrellas… aunque para Ada, «subir» no parece tan buena idea.